
¿Por qué celebramos Halloween?
Cada 31 de octubre, millones de personas se disfrazan, encienden velas y decoran sus casas con motivos terroríficos. Pero Halloween no trata solo de dulces y disfraces: es una celebración con siglos de historia, nacida de rituales y leyendas celtas que marcaban el paso del verano al invierno.
Una fiesta de luces y sombras
Mucho antes de las calabazas y los caramelos, los antiguos celtas celebraban Samhain (o Samaín en español), el festival que señalaba el final de la cosecha y el inicio de la estación oscura. Creían que esa noche la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos era más fina que nunca. Se encendían hogueras para guiar a los espíritus benévolos y ahuyentar a los malignos. Con la llegada del cristianismo, el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) se fijó en fechas próximas, y la víspera —All Hallows’ Eve— acabó transformándose en lo que hoy conocemos como Halloween.
Ecos celtas en España
En Galicia y Asturias, las antiguas procesiones de la Santa Compaña y la Huestia de Ánimas todavía conservan la esencia de esas creencias.
- Santa Compaña: una silenciosa procesión de almas liderada por un vivo que porta una linterna.
- Huestia de Ánimas: una aparición espectral que augura muerte o desgracia.
Estas historias reflejan las profundas raíces celtas de parte de España —la idea de que, en ciertas noches, los muertos caminan entre los vivos. El cristianismo reinterpretó después estas leyendas, convirtiéndolas en recordatorios para rezar por las almas del purgatorio.
Al otro lado del océano: el makeover americano
En el siglo XIX, los inmigrantes irlandeses llevaron sus tradiciones de Samhain a Estados Unidos. Allí, las calabazas —más fáciles de tallar que los nabos— se convirtieron en el símbolo de la fiesta. Así nació el Jack-o’-lantern, inspirado en la leyenda de Stingy Jack, condenado a vagar por la eternidad con un nabo (y más tarde una calabaza) iluminando su camino.
Disfraces, espíritus y diversión
Durante el Samhain, los celtas se disfrazaban para confundir a los espíritus malignos. Con el tiempo, esa costumbre se transformó en la divertida tradición de disfrazarse —de brujas, vampiros, superhéroes o personajes de moda. Ya sea en México con su increíble celebración de El Día de los Muertos, Chile o España, los disfraces de Halloween unen a las comunidades en una mezcla de risa, misterio e imaginación compartida.
Del souling al truco o trato
La costumbre más dulce de Halloween tiene raíces muy antiguas:
- Souling: en la Edad Media británica, los pobres ofrecían oraciones por los difuntos a cambio de comida.
- Guising: en Escocia e Irlanda, la gente se disfrazaba y cantaba a cambio de dulces o monedas.
Cuando estas tradiciones cruzaron el Atlántico, se transformaron en el moderno trick-or-treat (truco o trato): los niños van de casa en casa, recibiendo caramelos y repartiendo alegría (y algún que otro susto).
Una celebración que perdura
Desde las hogueras celtas hasta las fiestas con luces de neón, Halloween sigue evolucionando —una mezcla de memoria, diversión y creatividad que traspasa fronteras. Es una noche para honrar el pasado, celebrar la comunidad y abrazar el misterio de lo desconocido, estés donde estés en el mundo hispanohablante.
En resumen
✅ Los orígenes de Halloween se remontan al festival celta de Samhain. ✅ El cristianismo fusionó Samhain con el Día de Todos los Santos. ✅ En España, la Santa Compaña y la Huestia de Ánimas reflejan creencias similares sobre los muertos. ✅ La calabaza tallada proviene de los inmigrantes irlandeses que sustituyeron los nabos por calabazas. ✅ El truco o trato tiene su origen en antiguas costumbres de souling y guising.

