1. El origen del café: la leyenda del pastor etíope Kaldi

Cuenta la leyenda que el café fue descubierto por primera vez en Etiopía por un pastor de cabras llamado Kaldi. Observó que sus cabras estaban sorprendentemente llenas de energía después de comer los frutos de cierto árbol. Intrigado, Kaldi probó las bayas él mismo y experimentó el mismo efecto vigorizante. Compartió su hallazgo con un monasterio local, donde los monjes descubrieron que los frutos les ayudaban a mantenerse despiertos durante las largas oraciones. Esto marcó el comienzo del viaje del café como estimulante. Verdad o no, el café sí es originario de Etiopía y es el fruto de la planta del café, cafeto, de la que se tiene constancia en este país africano desde el siglo XI.

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2. El café en Yemen y los místicos sufíes: los primeros consumidores habituales

La difusión del café comenzó en Yemen durante los siglos XV y XVI, especialmente entre los místicos sufíes. Estos practicantes religiosos utilizaban el café para ayudar a la concentración y mantenerse alerta durante las devociones nocturnas. La bebida ganó rápidamente popularidad y comenzó a conocerse como el ‘vino de Arabia’. Los comerciantes yemeníes empezaron a cultivar café y a exportarlo por todo el mundo islámico, estableciendo a Yemen como un primer centro del comercio cafetero.

3. Las primeras cafeterías del mundo se iniciaron en Oriente Medio

Cafés en la orilla del río Barada, en Damasco, Siria (tarpar), Damascus, Syria, 1841
Cafés en la orilla del río Barada, en Damasco, Siria en 1841. Artista: S Smith

En el siglo XVI, las cafeterías —conocidas como qahveh khaneh— ya habían surgido en ciudades como Damasco, El Cairo y Estambul. Estos establecimientos se convirtieron en animados centros de vida social, donde la gente se reunía para tomar café, jugar al ajedrez, escuchar música y debatir sobre noticias e ideas. Estas cafeterías fueron revolucionarias por su carácter inclusivo, acogiendo a personas de distintas clases sociales y orígenes. Pronto recibieron el apodo de ‘escuelas de sabiduría’.

Las primeras cafeterías, llamadas qahveh khaneh, habían surgido en ciudades como Damasco, El Cairo y Estambul en el S.XVI

4. Cuando el café fue prohibido en el mundo islámico

A medida que la popularidad del café se extendía, también lo hacía la oposición hacia él. En 1511, las autoridades religiosas de La Meca prohibieron el café, temiendo que las reuniones en las cafeterías fomentaran la disidencia política. La prohibición fue levantada en 1524 por orden del sultán otomano Selim I, quien declaró sagrado al café. Se produjeron prohibiciones similares en El Cairo en 1532, donde incluso se saquearon almacenes de café. A pesar de estos contratiempos, el café siguió prosperando.

4. ¿Cómo llegó el café a Europa?

El café llegó a Europa por las rutas comerciales venecianas a principios del siglo XVII. Los comerciantes venecianos, que mantenían fuertes lazos comerciales con el Imperio Otomano, introdujeron la bebida en Italia. Al principio fue recibido con desconfianza, siendo apodado a veces como ‘la amarga invención de Satanás’. Sin embargo, tras probarlo, el papa Clemente VIII lo declaró delicioso, lo que permitió su aceptación entre los cristianos y su rápida expansión por todo el continente. Nada como la bendición de un Papa para asegurar el éxito.

Café en una funda de plata

5. Café y el Imperio Español: un encuentro tardío pero duradero

A diferencia de otros imperios europeos como el británico o el holandés, en España el café no alcanzó una presencia significativa hasta bien entrado el siglo XVIII. Durante el Siglo de Oro español (s. XVI), las bebidas exóticas como el chocolate, traído de América, gozaban de mayor popularidad. Mientras tanto, el café era visto con recelo, en parte por su asociación con el mundo islámico y también por su sabor amargo. Sin embargo, con el tiempo, el café comenzó a ganar aceptación entre las élites ilustradas, que lo veían como una bebida que estimulaba la conversación y el pensamiento racional. En el siglo XIX, el café se convirtió en una bebida cotidiana en la península ibérica. Su consumo se consolidó en cafés públicos, espacios reflejaban una nueva cultura urbana que valoraba el debate, la lectura y la vida social.

Durante el Siglo de Oro español, las bebidas exóticas como el chocolate, traído de América, eran más populares que el café

En las colonias del Imperio Español, especialmente en el Caribe y América Central, el cultivo del café se desarrolló con fuerza a lo largo del siglo XIX. Países como Cuba, Puerto Rico y Guatemala se convirtieron en importantes productores, exportando granos a Europa y contribuyendo al establecimiento del café como parte esencial de la dieta española.

7. El origen de café capuchino: Austria y los monjes capuchinos

Tras su introducción en Italia, el café se extendió rápidamente a otras partes de Europa, como Francia, los Países Bajos y Austria. En Viena, la cultura del café floreció tras la Batalla de Viena en 1683, cuando el ejército otomano en retirada dejó atrás sacos de café. Los austriacos desarrollaron sus propias tradiciones cafeteras, incluyendo el capuchino, llamado así por el parecido con las túnicas de los monjes capuchinos. Las cafeterías se convirtieron en centros de vida intelectual y artística en todo el continente.

Café Sperl, Gumpendorfer Straße, Vienna, Austria
Rick Govic/Unsplash

8. Café y esclavitud en América

Para el siglo XVIII, el cultivo del café se había expandido al Caribe y América del Sur, especialmente en colonias como Saint-Domingue (actual Haití) . El café se convirtió en un importante producto de exportación, pero su producción dependía en gran medida del trabajo esclavo. En Saint-Domingue, las personas esclavizadas trabajaban en condiciones brutales en las plantaciones de café. La Revolución Haitiana, que comenzó en la década de 1790, estuvo en parte motivada por la explotación de los trabajadores esclavizados en la industria cafetera.

9. El café como producto global: de lujo exótico a mercancía global

El café se convirtió en una de las mercancías más comercializadas del mundo, solo por detrás del petróleo. Su viaje, desde un objeto místico de devoción religiosa hasta una fuerza económica global, fue impulsado por la expansión colonial y las redes comerciales internacionales. Los comerciantes holandeses desempeñaron un papel clave en la expansión del cultivo del café hacia Java y otras partes del sudeste asiático. Con el tiempo, Brasil se consolidó como un gran productor, transformando el café en un producto de consumo masivo.

10. El legado del café: cultura y creatividad

Hoy en día, el café sigue influyendo en la cultura global. Ha inspirado música, literatura y debates filosóficos. Desde los místicos sufíes de Yemen hasta los bulliciosos cafés de París y las plantaciones de América Latina, el café ha dejado una huella indeleble en la historia de la humanidad. Sigue siendo más que una simple bebida: es un símbolo de conexión, creatividad y comercio.

Vista superior de una taza de café y una cafetera moka sobre una superficie de concreto con granos de café derramados y un plato de croissants

¿Cuánto ha cambiado una taza el café en los últimos 10 siglos?

Un viaje desde la antigua Etiopía hasta los modernos bares de expreso refleja siglos de intercambio cultural, ambición económica e ingenio humano. En sus inicios, se preparaba hirviendo granos molidos en agua, lo que resultaba en una bebida fuerte y amarga. A medida que se difundía por el continente europeo, surgieron nuevos métodos de preparación, como el filtrado o la percolación, que refinaban el sabor y reducían su aspereza. Se añadieron leche, azúcar y especias para suavizar su intensidad y atraer a un público más amplio.

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En el siglo XVII el café se consumía sobre todo en cafeterías públicas, donde se disfrutaba en sociedad y se vinculaba a menudo con la discusión intelectual. Con el tiemp, pasó a formar parte del ámbito doméstico, adaptándose a las preferencias individuales. Hoy en día, el café se disfruta en una amplia variedad de formas, desde intensos expresos hasta espumosos capuchinos, reflejo tanto de los avances tecnológicos como de los gustos culturales en constante cambio. Su sabor se ha vuelto tan diverso como sus métodos de preparación.

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